La mies es mucha, mas los obreros pocos”
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Cristianismo y espiritismo

Fuentes de información
Biblioteca EspíritaO ConsoladorLa Biblia y el Espiritismo (PDF)

Escrito por Salvador Martín, publicado en Biblioteca Espírita.

En primer lugar es necesario aclarar que cuando decimos cristianismo no estamos hablando de catolicismo o de Iglesia Católica. El día en que ésta fue oficialmente reconocida por el Imperio Romano, a partir de la conversión de Constantino se convirtió en la amiga de los césares, su aliada, y en cómplice de los grandes y los poderosos. Entró en la era infecunda de las argucias teológicas y de ahí en adelante tomó siempre el partido del más fuerte. Feudal, inquisitorial y hoy en día multimillonaria. Según la prensa, sólo en España recibe varios miles de millones de las arcas públicas al año, olvidando el mensaje de Cristo de «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Dos milenios después, la Iglesia Católica recibe en España eso y mucho más del César, en conceptos varios, sin contar las partidas excepcionales, como cuando el Papa tiene la amabilidad de visitarnos, que nos supuso, en el 2011, 60 millones de euros. Cuando en la declaración de la renta no marcamos la x que beneficia directamente a la Iglesia y lo hacemos en la de fines sociales, la Iglesia también se beneficia con al menos 80 millones de euros en proyectos de las ONG’s católicas españolas, aunque hay que decir que ésta sería su acción más honrosa y afín con el mensaje original de Cristo. La Iglesia tiene un reino que es de este mundo y nada más que de este mundo.

Estos breves esbozos históricos y contemporáneos, no tienen ningún ánimo de embate, pues respetamos profundamente a sus millones de seguidores, que aún encuentran en ella su fe y guía de vida, pero eran necesarios para hacer la diferenciación con el cristianismo primitivo y mostrar que su teología aniquiló el Evangelio y el mensaje original de Cristo, cuyos principios esenciales están enunciados en el Evangelio o Nuevo Testamento.

Cristianismo y espiritismo

La revelación espírita no considera la Biblia como texto sagrado por sus numerosas alegorías y contrasentidos, pero la moral que predican los Espíritus sí es la misma que encontramos en el Nuevo Testamento (Introducción de El Evangelio según el espiritismo).

La Biblia, evidentemente, encierra unos hechos que la razón, desarrollada por la ciencia, no podría hoy aceptar, y otros que parecen extraños y se derivan de costumbres que ya no son las nuestras. No obstante, a la par de esto, pecaríamos de parcialidad si no reconociésemos que ella encierra grandes y bellas cosas. La alegoría ocupa, allí, considerable espacio, ocultando bajo su velo sublimes verdades, que se hacen patentes cuando se desciende a la esencia del pensamiento, pues pronto desaparece lo absurdo. (Allan Kardec, La Génesis, cap. IV)

Siguiendo la línea del pensamiento de Kardec, podemos efectivamente encontrar sublimes verdades y estos principios esenciales del mensaje original de Cristo en el Evangelio o Nuevo Testamento:

Amar: en esta sola palabra se encierra para Jesús toda la religión, toda la filosofía.

El Sermón de la Montaña expresa la ley moral en una forma que nadie ha igualado jamás.

Sus meditaciones y oraciones eran en solitario, sin templos.

No prescribe más que la caridad, la bondad y la sencillez.

Los primeros cristianos y la reencarnación

Orígenes de Alejandría

La ley de la reencarnación, la pluralidad de mundos habitados y la ley de causa y efecto están expresadas en varios pasajes del Evangelio. Los primeros cristianos fueron reencarnacionistas hasta el año 553, cuando el emperador bizantino Justiniano I la abolió en el segundo Concilio de Constantinopla. Orígenes, en el siglo III, ofrece argumentos claros sobre la reencarnación en su libro De los Principios y explica pasajes del Evangelio como «En la Casa de mi Padre hay muchas moradas»”. Dice Orígenes:

El Señor hace alusión a las diversas estaciones que las almas deben ocupar después que sean despojadas de sus cuerpos actuales y revistan otros nuevos.

Los primeros cristianos se comunicaban con los Espíritus y recibían de ellos sus enseñanzas. Esto lo encontramos en los mismos textos evangélicos. Y el Cristianismo se apoya claramente en hechos de apariciones y manifestaciones de los Espíritus de los “muertos”. Tanto en el antiguo como en el nuevo testamento encontramos frecuentes y diversas formas de mediumnidad.

Las facultades de Jesús

Jesús tenía facultades que le permitían hablar con los Espíritus, sus discípulos le vieron hablar en el monte Tabor con los Espíritus materializadosde Moisés Elías. Eligió a sus discípulos no por su instrucción, sino por tener capacidades mediúmnicas, como después demostrarían. El don de lenguas que también tuvieron es el que actualmente conocemos como xenoglosia y al que San Pablo se refiere como diversidad de lenguas.

John Worth Edmonds (1816-1874)

Este tipo de mediumnidad desde el inicio del espiritismo destaca en los relatos de sabios e investigadores muy importantes como es el caso de Alfred Russel Wallace, que refiriéndose al Juez Edmonds, primer juez del Tribunal Supremo de Nueva York, y uno de los más destacados divulgadores del espiritismo desde el principio de los fenómenos, escribió:

«Los trabajos del Juez Edmonds son pruebas convincentes y entre ellas están las de su propia hija que además de médium llegó a hablar hasta en 12 lenguas diferentes, muchas veces durante más de una hora, con la facilidad y seguridad de quien habla su propio idioma, siendo que ella apenas si había estudiado ligeramente el francés.»

Fue un fenómeno mediúmnico, la aparición de Jesús en el Camino de Damasco, el que hizo de San Pablo un cristiano. San Juan aconsejaba no creer ciegamente en las instrucciones de los Espíritus, ya que bien sabemos que además de sabios los hay ignorantes y malévolos.

Amados, no creáis a todo Espíritu, sino probad si los Espíritus son de Dios.

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. Pues a uno le es dada palabra de sabiduría por el Espíritu; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; a otro, dones para sanar por el Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de Espíritus; a otro, diversas clases de lenguas, y a otro, interpretación de lenguas. (Coríntios, 12:4-11)

Se ve claramente que ese don no es otro que el de la mediumnidad y la comunicación con los Espíritus. Cada médium tiene su particularidad: sabiduría, ciencia, fe, curas, profecía, lenguas, etc. Algunas religiones interpretan en esta Epístola que sólo se podría comunicar el Espíritu Santo. Pero si fuera solamente uno el Espíritu que se puede comunicar, ¿por qué uno de los dones enumerados por Pablo sería el discernimiento de Espíritus? Parece claro y lógico que no es sólo un Espíritu el que produce todo. No es siempre el mismo Espíritu el que produce maravillas, curas, profecías, que tiene diversas lenguas, etc., sino muchos, unos más adelantados y otros más atrasados. En caso contrario no habría necesidad de discernimiento. Pablo se refería a que todos los Espíritus provienen de Dios, incluso los menos buenos, pues todos somos sus hijos.

Refiere Lucas que Jesús habiendo estado con ellos después de muerto, cuarenta días, dándoles instrucciones, se desmaterializa elevándose a las alturas.

Los primeros cristianos posteriores a los apóstoles seguirían practicando la mediumnidad durante varios siglos. Hermas, un discípulo de los apóstoles, dejó escritos consejos e instrucciones precisas sobre la mejor forma de llevar a cabo la comunicación con los Espíritus.

Surgimiento del espiritismo

El espiritismo surge por intermedio del fenómeno mediúmnico, que es en definitiva la base de los supuestos “milagros” en los que se apoya el cristianismo. Pero los milagros no existen. Se trata de fenómenos que obedecen en realidad a leyes poco conocidas y que la mediumnidad explica y desarrolla en profundidad, no solamente a través de la teoría que traen los propios Espíritus, sino por los hechos y experiencias llevadas a cabo por destacados investigadores que han comprobado y presenciado gran cantidad y variedad de fenómenos similares a aquellos de los primeros siglos del cristianismo.

La revelación espírita trae conocimientos científicos y filosóficos que vienen a resolver los grandes enigmas del hombre sobre su procedencia, sus porqués y su destino. Y a su Ciencia y su Filosofía los Espíritus acompañan enseñanzas morales, que en nada difieren de las que ejemplificó y enseñó Cristo.

El espiritismo…ayudándoos a comprender mejor las enseñanzas de Cristo, hace de vosotros mejores cristianos.  Haced, pues, que al veros se pueda decir que verdadero espiritista y verdadero cristiano son una sola cosa y una misma cosa: porque todos los que practican la caridad, son los discípulos de Jesús, cualquiera que sea el culto a que pertenezcan.» (Comunicación mediúmnica del apóstol Pablo. París, 1860. El Evangelio según el espiritismo.

Bibliografía:

KARDEC, A. El Evangelio según el espiritismo.

KARDEC, A. La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo.

DENIS, L. Cristianismo y espiritismo.

PIRES, H. Visión espírita de la Biblia. Buenos Aires: FEHAK.


Escrito por Americo Domingos Nunes Filho, traducido por Isabel y publicado en: O Consolador. (Corregido por Rafael Angel Avila Tejeda).

De vez en cuando, surgen algunas publicaciones sin entendimiento con la codificación espírita, clamando que la Doctrina Espírita nada tiene que ver con el Cristianismo. Cuando ese pensamiento emerge de grupos religiosos dogmáticos e intolerantes, hasta lo entendemos; con todo, llama más la atención cuando la fuente original se titula espiritista.

Interesante es afirmar, principalmente, para los versados en los textos de “El Nuevo Testamento” que el Cristo no hace significación de personas, no importándole el movimiento religioso que lo sigue, pero, sí, el hecho de que donde estuvieran dos o tres reunidos en su nombre él estará en medio de ellos (Mateo XVIII: 20). Por tanto, lo que caracteriza ser cristiano es el episodio de alguien estar junto a otros, todos sintonizados con Jesús y, principalmente, practicando sus enseñanzas. La caridad legítima fue ejemplificada por el Cristo, haciendo del amor al semejante un impositivo mayor para que la centella divina en nosotros, el llamado “Reino de Dios”, cada vez más se expande y se exterioriza. Adepto del Cristianismo, de hecho, es alguien que refleja al Maestro en el prójimo, no haciendo Jesús ninguna referencia a la religión, ni incluso a su sacrificio en la cruz, conforme está incluido en el llamado “sermón profético” (Mateo XXV: 34-40).

Consecuentemente, el lema espírita “Fuera de la caridad no hay salvación” es esencialmente cristiano, correspondiente, de hecho, a las enseñanzas del Cristo. Ya el Catolicismo, por ejemplo, afirma que “Fuera de la Iglesia no hay salvación”, no valorando los textos del Evangelio citados arriba y presentándose antagónico también a la razón y al progreso, necesitando esa equivocada sentencia de urgente rectificación, principalmente por la afirmación de que fuera de la Iglesia no se encuentra unión con el Maestro. No podemos olvidar que las bases de ese credo, en el transcurrir de milenios, se encontraron minadas por el absolutismo clerical aliado al poder temporal, responsables por la degeneración del Cristianismo de los tiempos primeros, como, igualmente, de los millares de asesinatos cometidos al mando de los clérigos, “en nombre de Dios”, a través de las Cruzadas y de la Inquisición.

Si la caridad en acción corresponde al trabajo superior del verdadero cristiano y la Doctrina Espírita es calcada exactamente en el “amar al prójimo como a sí mismo”, deducimos que la creencia basada en la codificación del inolvidable Allan Kardec es esencialmente cristiana y su transcendental visión de la realidad social es indiscutiblemente religiosa.

El Evangelio es rico en menciones al trabajo caritativo, enseñado y ejemplificado por el Maestro Jesús: “Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y retribuirá a cada uno conforme sus obras” (Mateo 16, 27); “Así también la fe, si no tuviera las obras, está muerta en sí misma”. Pero “dirá alguien: Tú tienes la fe, y yo tengo las obras; muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:18); “La fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26); “¿De qué adelanta, mis queridos hermanos, que alguien proclame su fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo?” (Santiago 2:14); “Ves de esa forma que tanto la fe como las obras estaban obrando juntas, y la fe fue perfeccionada por las obras” (Santiago 2:22); “Siendo así, todo árbol bueno produce buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos” (Mateo 7:17) e “Incluso que yo posea el don de profecía y conozca todos los misterios y toda la ciencia, y aún tenga una fe capaz de mover montañas, si no tuviera amor, nada seré” (1 Corintios 13:2).

Por tanto, vivir al Cristo es practicar, con certeza, lo que él ejemplificó, exactamente, la caridad en acción. El sacrificio en la cruz da sustento y representa ánimo a los que están igualmente pasando por el dolor, en la presente encarnación o en la dimensión espiritual.

Practicante del Cristianismo es justamente quien considera a Jesús como su Maestro y se esfuerza para seguirlo; los espiritistas, por consiguiente, igualmente, pueden ser denominados como discípulos actuales de Cristo. Algunas personas, en pequeño número, niegan el aspecto cristiano de la Doctrina Espírita, argumentando que Kardec es quien apuntó el Espiritismo para esa dirección, desconociendo lo que fue revelado por los sabios mentores de la codificación espírita. De veras importante señalar que no haya confusión entre lo que es “Cristianismo de los hombres”, en enfrentamiento bien infeliz con el majestuoso “Cristianismo de Jesús”. De forma alguna confundir el Cristianismo específicamente con el Catolicismo o cualquier creencia dogmática.

Prontamente, sin citar lo que vino de Kardec, traemos algunos mensajes reveladores de los espíritus superiores que fueron dictados al codificador, revelando el Espiritismo como adepto de la Doctrina del Cristo:

1 – “Jesús es el tipo más perfecto que Dios ha ofrecido al hombre para servirle de guía y de modelo”. (Espíritus Superiores, “El Libro de los Espíritus”, P. 625);

2 – “Estamos incumbidos de preparar el reino del bien que Jesús anunció” (Espíritus Superiores, El Libro de los Espíritus, pregunta 627, pág. 309, FEB);

3 – “Todas las verdades se encuentran en el Cristianismo, los errores que en él se enraizaron son de origen humano…” (“El “Espíritu de Verdad”, “El Evangelio Según el Espiritismo”, cap. VI, n° 5);

4 – “Se aproxima la hora en que te será necesario presentar el Espiritismo cuál él es, mostrando a todos dónde se encuentra la verdadera doctrina enseñada por Cristo. Se aproxima la hora en que, la faz del cielo y de la Tierra, tendrás que proclamar que ‘el Espiritismo es la única tradición verdaderamente cristiana’ y ‘la única institución verdaderamente divina y humana”. (Espíritu Superior a Allan Kardec, “Obras Póstumas”);

4- “Cuenta con nosotros y cuenta sobre todo con la gran alma del Maestro de todos nosotros, que te protege de modo muy particular” (“Obras “Póstumas”, pág. 308, FEB).

5- “Sois guiados por el verdadero Genio del Cristianismo, yo os digo; es porque el propio Cristo preside a los trabajos de toda naturaleza que están en vías de cumplimiento para abrir la era de renovación y de perfeccionamiento que os predicen vuestros guías espirituales” (Espíritu Chateaubriand- “Revista Espírita”, 1860, febrero, “El Tiempo Presente”);

6- “No podríais creer cuan orgulloso estoy en distribuir, a todos y a cada uno, los elogios y los encorajamientos que el Espíritu de Verdad, nuestro Maestro, bienamado, me ordenó conceder a vuestras piadosas cohortes” (Espíritu Erasto, “Revista Espírita”, 1861, octubre);

7- “Predicad la buena doctrina, la doctrina de Jesús, la que el propio Divino Maestro enseña en sus comunicaciones, que no hacen, sino repetir y confirmar la doctrina de los Evangelios. Aquellos que vivirán verán cosas admirables, yo os-lo digo” (“ Revista Espírita, 1863, septiembre, José);

8- “El divino Salvador, el justo por excelencia, dice, y sus palabras no pasarán: “Ni todos los que dicen: ¡Señor! ¡Señor! Entrarán en el reino de los cielos; entrarán solamente los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos. ¡Que el Señor de bendiciones os bendiga; que el Dios de luz os ilumine; que el árbol de la vida os ofrezca abundantemente sus frutos! ¡Creed y orad!”(“OESE, cap. XVIII, ítem 16, Simón, Bordéus, 1863);

9- “Jesús llamaba así la infancia intelectual de la criatura formada: los débiles, los esclavizados y los viciosos. Él nada podría enseñar a la infancia física, presa a la materia, sometida al yugo del instinto, aún no incluida en la categoría superior de la razón y de la voluntad que se ejercen en torno de ella y por ella (… Él fue el foco que ilumina las tinieblas, la claridad matinal que toca a despertar; fue el iniciador del Espiritismo, que a su turno atraería para Él, no a los niños, sino a los hombres de buena voluntad” (“OESE”, cap. VIII, ítem 18, Juan Evangelista);

10- “El Espiritismo está destinado a representar importantísimo papel en la Tierra: le cabe reformar la legislación, por vía de regla contraria a las leyes divinas, le cabe rectificar los errores de la historia y apurar la religión del Cristo, transformada, en las manos de los sacerdotes, en comercio y en vil tráfico. Instituirá la verdadera religión, la religión natural, la que parte del corazón y va, directamente, a Dios, sin dependencia de las obras de la sotana o de los escalones del altar. Extinguirá para siempre el ateísmo y el materialismo, la que a que han sido arrastrados ciertos hombres por los abusos constantes de los que se dicen ministros de Dios y predican la caridad con una espada en cada mano sacrificando su codicia y al espíritu de denominación los más sagrados derechos de la humanidad” (“Obras Póstumas”, “Futuro del Espiritismo”, Un Espíritu);

11- “¡Espíritas! El gran nombre de Jesús debe fluctuar como una bandera arriba de vuestras enseñanzas. Antes que fueseis, el Salvador llevaba la revelación en su seno, y su palabra, medida prudentemente, indicaba cada una de las etapas que hoy recorréis” (“Revista Espírita”, diciembre de 1864, Juan Evangelista).

Aquí dejamos apenas algunos mensajes de los Instructores del Más Allá que revelaron a Kardec el carácter cristiano de la Doctrina Espírita. Por tanto, el Espiritismo profesa el Cristianismo porque así fue instituido y, verdaderamente, alguien solo puede denominarse espiritista cuando respeta y confiesa la exposición codificada por el magnánimo Kardec.

Sabemos que muchos compañeros que niegan esa directriz, así lo hacen porque aún traen dentro de sí las secuelas de las torturas hechas, ocurrids, por ejemplo, en las Cruzadas o en la Inquisición, siendo las víctimas que desencarnaron viendo en el pecho de sus crueles verdugos la imagen de la cruz. Muchos, inclusive, igualmente no siendo más materialistas, no aceptan al Cristo, intentando hasta desconocer su sublime presencia entre nosotros. Hacen todo lo posible para ignorarlo o no concedieron autenticidad a su briosa existencia física, tan fuertemente basada en la mediumnidad de sus discípulos.

Los espíritas, genuinamente, son los prosélitos de Jesús y de Kardec y fuimos constituidos “ministros de un nuevo testamento, no de la letra que mata, sino del espíritu que vivifica” (2 Corintios 3:6). A partir del conocimiento amplio de ese “Evangelio Eterno”, las leyes de Dios no serán apenas acogidas, sino vividas en el corazón de los hombres (Jeremías 31:33).

Entonces, estamos delante de la razón amalgamada con la fe, el saber científico unido a la religión, no más una creencia asentada en fundamentos míticos o místicos y, sí, el verdadero “religare”, la profunda comunión con Dios, sin jerarquías y sin dogmatismos, conforme predicó el Maestro, hablando a la mujer samaritana, junto a la fuente de Jacob: “Dios es espíritu; e importa que Lo adoren en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).


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